viernes, 20 de mayo de 2016

Un error descomunal

Por ofensivo que resulte el separatismo a una enorme mayoría de ciudadanos, prohibir la exhibición pacífica de banderas independentistas en la final de la Copa del Rey es un error mayúsculo de la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa. 
Últimamente se utiliza cualquier pretexto para la futbolización de la política. Lo hacen habitualmente los separatistas, que han poblado de esteladas el estadio del Barça al compás del incremento de la reivindicación independentista. Y ahora entra en el juego la responsable de la autoridad gubernativa en Madrid, con una prohibición que solo puede entenderse en clave electoral. 
Es una imprudencia tratar de enfrentar el independentismo catalán con el sentimiento español que se supone al resto de los asistentes al encuentro y a la mayoría de los que van a presenciarlo por televisión. Es grotesco pensar que retirar esteladas en el estadio Vicente Calderón ahorrará otras muestras de provocación y mal gusto, como las abundantemente exhibidas por hinchadas independentistas en anteriores pitadas al himno nacional o desprecios a la persona del Rey.
No menos inexplicable resulta justificar la prohibición en la ley que impide símbolos que fomenten o ayuden “la realización de comportamientos violentos o terroristas”, que nos lleva a una asociación de ideas entre violencia e independentismo catalán no avalada por los hechos. Tampoco tiene nada que ver la prohibición de mostrar banderas en recintos deportivos con la exhibición de esteladas en edificios públicos o en los colegios electorales de Cataluña, que son inadmisibles por lo que tienen de apropiación partidista de instituciones que representan a todos.
En democracia, las limitaciones a la libertad de expresión deben estar muy justificadas. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, no ha aludido a la Constitución, que protege esa libertad, y sí a normas de la Federación Española de Fútbol y de la UEFA para justificar la decisión de la audtoridad gubernativa madrileña. Podría haber pensado también en Estados Unidos, cuyo Tribunal Supremo anuló, en 1989 y en 1990, las leyes contra la profanación de la bandera porque restringían, de manera inconstitucional, la libertad de expresión. 
Aun así, el presidente de la Generalitat y la alcaldesa de Barcelona podrían asistir al encuentro para mostrar respeto a los que no están de acuerdo con la prohibición, en vez de contribuir a la escalada de la guerra de símbolos. Lo mismo que el Gobierno debería reconsiderar sus medidas prohibicionistas, por cierto circunscritas solo a la bandera independentista catalana —¿se pueden exhibir en el estadio otras que no sean constitucionales?—, en aras de la prudencia exigible al gobernante y en defensa de la libertad de expresarse pacíficamente por parte de los que no piensan como nosotros. 
El país, 20 de mayo de 2016

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ana García García 2ºB

Este texto, publicado en en periódico de tirada nacional El País, pertenece al género periodístico, más concretamente al de opinión, siendo un editorial porque en él se expresa la opinión general del periódico y no va firmado.

El registro empleado es semiformal, con intención de ampliar los posibles lectores y por ello no utiliza tecnicismos, aunque si tiene tono serio para que el tema tratado no tenga frivolización posible.

En lo referente a la organización interna de las ideas de este texto, sigue una estructura inductiva, porque utiliza la prohibición de las esteladas en el Calderón como precedente para desarrollar sus tesis central , que es la defensa de la libertad de expresión.
Un editorial tiene como finalidad expresar la opinión del periódico de acuerdo con la línea ideológica del mismo. El tratarse de un texto publicado en El País, podemos encontrar una crítica contra el gobierno vigente debido al acercamiento público de este periódico tiene con el PSOE.

Tal y como observamos en este editorial, se critica fuertemente a la posible prohibición de la bandera independentista catalana en el estadio del Real Madrid. A día de hoy, se conoce que el Juzgado ha retirado esta prohibición en aras de uno de tantos recursos promovidos por organizaciones independentistas catalanas que se sintieron ofendidos al verse su identidad nacionalista insultada.

Realmente, he de coincidir con la idea general del editorial, pues, tal y como queda expresado en su tesis, la prohibición de la estalada en un estadio puede verse como una gran limitación de la libertad de expresión. Y, en mi opinión, no sólo de expresión, sino de identidad.

Sin embargo, creo que no debemos olvidar la razón primaria por la cual se propuso esta prohibición, que es la evasión de la violencia y posibles conflictos derivados. La intención no creo que pueda verse criticada, aunque sí es erróneo a mi parecer la puesta en práctica.

Una idea que aparece mencionada en este texto creo que tiene especial relevancia, y es la politización del fútbol. Esta tendencia esta en un apreciable auge, aumentando la tensión durante estos últimos años debido a la situación de crisis, tal y como se pudo observar en la pitada general durante la final de la Copa del Rey de año pasado.

Creo que este problema no es solucionable con la prohibición de una bandera, no por el hecho de que viole la libertad de expresión del ciudadano, sino que a su vez aumentaría y ha aumentado la tensión en eventos futbolísticos, que por supuesto ya están ligados de una manera u otra a diversos movimientos sociales y políticos, especialmente a los nacionalismos y separatismos.

Afortunadamente, como ya he mencionado anteriormente, esta prohibición ha sido levantada, aunque el daño al movimiento nacionalista ya ha sido hecho, y aún queda por ver las consecuencias.

Francisco Manuel Martín Cabello dijo...

Nos encontramos ante un texto perteneciente a una editorial del periódico El País publicado el 20 de mayo con el propósito de realizar una crítica a la intención del Gobierno de la comunidad de Madrid de no permitir la entrada de banderas independentistas catalanas, las cuales no son inconstitucionales, al estadio Vicente Calderón del Atlético de Madrid.
La propia editorial del periódico tacha de imprudente e inútil dicha prohibición con el argumento de evitar así posibles altercados violentos.

No solo considero que es inútil prohibir la entrada de banderas independentistas en un estadio de fútbol sino que, además, es más propio de dictaduras que de democracias, sobre todo si, insisto, hablamos de banderas no inconstitucionales. Además me parece una metedura de pata por parte del Partido Popular de Madrid con una demostración mas de intolerancia a todo aquello que no sea de su gusto, lo cual, por lo visto es o Cataluña, o ETA, o Venezuela, etc.

En cuanto a la legalidad cabe mencionar que en un país en el que se encierra en la cárcel a titiriteros por una escena en la que aparece una pancarta en la que se lee "Gora Alka Eta", bastante absurda la escena por cierto, me sacó alguna risilla irónica, sin embargo debo decir que no vi ninguna apología al terrorismo sino una crítica a la guardia civil; mientras que aquellos que roban lo público o apalean a inmigrantes son tratados como héroes, no podremos hablar de una justicia para todos por igual y mucho menos tomárnosla con seriedad.

En el segundo párrafo, se nos presenta la idea de la "futbolización de la política" con un ejemplo que cuanto menos me hace gracia al decir que simplemente los independentistas han asaltado el Camp Nou, por el hecho de que el propio equipo, el Futbol Club Barcelona, ha apoyado el independentismo catalán sin miramientos. Pero, lejos del hecho en particular, cabe mencionar que es cierto que se están utilizando ciertos acontecimientos sociales para enviar un mensaje a la gente, a modo de hipnosis, a ver si así conseguimos lo que buscamos, lo peor es que suele funcionar.

Si continuamos rebuscando en el texto nos encontramos con uno de los temas estrella de la editorial, la libertad de expresión. Bueno, aquí tenemos todas las plagas de la biblia en una sola. Tenemos el infortunio de vivir en un país en el que podemos llenarnos la boca de palabras bonitas como tolerancia, dignidad, etc. Eso sí, libertad de expresión a lo que a mí me guste, a lo que piense cualquier otra persona con diferente ideología, ya nos lo pensaremos. Como si lo que dijera otra persona fuera un dardo envenenado con dirección a lo más sagrado.

Por último deberíamos recordar a nuestros gobernantes en general y al gobierno de la comunidad de Madrid en particular que no está mal cumplir la ley de vez en cuando, que pareciera que fuera su criptonita.

En definitiva, no nos centremos en temas de importancia menor en comparación a todo el paro y la pobreza que se ha creado gracias a los excelentísimos gobernantes que hemos tenidos los últimos 8 años, no se libra ninguno.

Juan Carlos Perez de la Torre dijo...

PARTE 1
Estamos ante un editorial de El País, que trata un tema sensible de estos últimos tiempos. Sin emplear registros diversos y con tono informal pero no vulgar, critica la censura de la estelada en un partido de fútbol y de paso critica al gobierno. Expone la idea de forma inductiva pues empieza con la premisa de la censura para acabar con la critica de la idea expuesta.

La idea criticada por El País es que el gobierno, en aras de la defensa de la humanidad y la integridad clara de todos los asistentes a un partido de fútbol ha censurado, prohibido, la estelada catalana. Quizás seria un movimiento acertado si la bandera provocara serios altercados con respecto al fútbol, pero llevamos años de esteladas en el Camp Nou y no creo que hayan provocado muchas muertes, quizás deberían prohibir, por la misma razón, todas las banderas, pues si una bandera que representa una idea, nos guste o no, de un gran sector de la población española produce violencia, ¿porque otro tipos de bandera que simbolizan al rival no pueden provocar también conflictividad entre los asistentes?
Recuerdo aun la muerte de Jimmy que no murió por enarbolar la estelada sino por una rivalidad entre hinchas extremistas del Athletico, que no creo que sea un equipo muy independentista.
La realidad es que estamos en campaña electoral, y cada vez mas vislumbramos la tendencia ideológica de cada partido, ya vimos la proyección de Franco y Himler en un castillo de manos de una alcaldesa popular, hecho que levantó a las redes sociales. Pero la campaña no solo destapa a los mentirosos si no que también polariza la situación, y el gobierno en funciones, cuál tirano ilustrado, no puede permitirse un ataque ni a la persona real ni al gobierno en sí. Esta claro que la situación española es muy compleja y que necesita que ambas partes se entiendan, pero si estudiamos la historia, como la derecha tradicional suele achacar, toda colonia que fue sometida y censurada por la metrópolis acabó independizándose, el ejemplo claro y usado en el editorial es Estados Unidos, esa gran nación que todos adoramos fue, en un primer momento, una colonia de Gran Bretaña y que le ocurrió lo mismo que a España con las colonia latinoamericanas, estas pedían representación parlamentaria, y la negativa del gobierno central siempre provocó revueltas que no pudieron ser sofocadas con la violencia y que terminaron siempre en independencia. Esta claro que Cataluña no es ni EE.UU ni Colombia o México, pero la situación es similar y el dialogo es inexistente.
La democracia es la forma de gobierno que protege la libertad y los derechos de las personas que supuestamente tienen por naturaleza, según expone Rousseau, ilustrado precursor de la democracia actual y que ha sido olvidado junto a sus ilustres compañero generacionales, pues hoy en día podríamos identificar a muchos Luises XVI, que con mano de hierro imponen su criterio a los demás, esto claro, empezando por Estados Unidos que desde su fundación todos los presidentes de una forma u otra criticaron el modelo de la democracia. Que curioso que el país que tomamos como ejemplo democrático no solo imponga sus medidas despóticas en la ONU o en la OTAN si no que sus propios “padres fundadores” criticaron un sistema hecho a medida para esas libertades tan defendidas por los alienados americanos.

Juan Carlos Perez de la Torre dijo...

PARTE 2
Cataluña se debate entre si emprender su camino a una propia monarquía despótica bajo la mano de los independentistas de derechas o mantener el yugo del monarca “parlamentario” elegido por Franco para todos los españoles y españolas. La libertad de expresión y los derechos de las personas quedan cada día en entredicho, haciendo pensar a cualquier lector orweliano que “El Gran Hermano” esta cerca vigilandolo con sus telepantallas. Defendemos la libertad de expresión siempre que nos agrade, en caso contrario acabamos infravalorando e insultado algo hasta destruirlo (o hasta que se independiza, y ni así paramos de criticar latinoamerica) La independencia no se solucionará con tanques a lo Tiananmen ( tras revueltas de estudiantes chinos) ni dejando que un pueblo supedite a otro; el dialogo, los derechos humanos, los principios de la democracia y los objetivos de la ONU como la autodeterminación (junto a la constitución española) deben estar presentes para conformar una sociedad entre personas iguales de verdad, que luchen por su pueblo y por el mundo, sin renunciar a sus ideas, pero debemos que tener cuidado, pues suplantar un leviatán (monstruo biblico usado por Hobbes para exponer su contrato social) por otro no cambiará la situación.Solo las conquistas sociales impuestas por la dictadura del pueblo puede hacer que consigamos un futuro mejor, juntos por el progreso y la unión pero respetando las leyes internacionales que avalen el proceso. Aunque por supuesto esta es mi humilde opinión pues espero que los conflictos con Cataluña cesen y podamos vivir en armonía juntos durante mucho tiempo.

Ángela Sánchez Moto dijo...

El texto que tenemos presente es un editorial publicado por El país el 20 de mayo de 2016. En él, el periódico deja por escrita su postura respecto a un tema que ha provocado una gran ola de opiniones y presión mediática: la prohibición de las banderas independentistas catalanas en el partido de la final de la Copa del Rey.
El texto se plantea como una crítica a la prohibición y termina sacando el tema de la libertad de expresión. Resulta curioso como plantea su idea de que no debería usarse el fútbol como arma política, ya que lo hace indicando que es algo que tienden a hacer los independentistas.
El deporte debería ser una de las cosas más “neutrales” de nuestra sociedad. Es decir, el deporte es un modo de entretenimiento que poco debería tener que ver con el mundo de la política. Sin embargo, los telediarios se llenan de noticias sobre protestas políticas e independentistas que tienen que ver con el futbol, (¿será también porque esto suele salir siempre en relación con el Barcelona, y no con el Éibar, por ejemplo?).
Por otra parte, es cierto que esta prohibición no impide que los independentistas se manifiesten de otras muchas formas; cómo si llevar banderas a una final fue la única forma de expresarse… Esta prohibición, además de absurda, ha hecho quedar al gobierno como unas tijeras contra la libertad de expresión.
Esa es otra cuestión que ha caído al final del texto. La libertad de expresión, ese ente mágico al que apelamos habitualmente cuando nos vemos acorralados defendiendo nuestra idea, contraria a los demás. La libertad de expresión nos permite pensar lo que queramos, cuando queramos, y cómo queramos, ¿no es así? ¿Dónde se encuentra su límite realmente?
No creo que sea en la extendida frase “Mi libertad empieza donde acaba la de otro”. Pienso que se encuentra en el respeto, en el sentido común. En el decir: “Vaya, mi equipo ha llegado a la final de una competición nacional. Tal vez haya otro momento mejor para demostrar al mundo que no me siento español”. Actuaciones así, como la pitada colectiva del año pasado al himno durante el partido, dan muy mala fama al movimiento independentista, y actuaciones como la de esta prohibición le dan una fama todavía peor al gobierno central. La clara muestra a los demás de que, al tener ideas diferentes, son incapaces de hablar y llegar a un acuerdo.
Pero, ¿de qué podemos culparles? La falta de diálogo es una más de las asignaturas que suspende nuestra política (recordemos que el próximo 26 de junio vamos a repetir unas segundas elecciones generales…).
En pocas palabras, España tiene un problema gigante en la política, y como consecuencia, los tenemos en la economía y la sociedad. Como consecuencia de ello, nuestra sociedad se tambalea constantemente al ritmo de la sustitución de gobierno; es decir, esa actuación casi inmediata de llegar al poder y querer, sistemáticamente, tirar abajo todo lo construido en la anterior legislatura por otro (aunque esté realmente bien construido, ya que lo importante para ellos es no dejar ver que pueden no ser expertos en todo y que sus ideas son siempre mucho mejores).
Estas actitudes convierten a nuestra política en un juego de niños, algo así como una partida de ajedrez, pero con fichas de caramelos sobre un tablero coloreado con ceras de Plastidecor.

Janice dijo...

PARTE 1/2

Nos encontramos ante un texto escrito sin firma publicado en El País en mayo de 2016.
Se trata de un texto periodístico, perteneciente a los llamados géneros de opinión, más específicamente un editorial, debido a su longitud y porque no tiene firma.
El modo discursivo que emplea para trasmitir sus ideas es expositivo-argumentativo. Hace uso de un registro formal general que podemos apreciar durante toda la extensión del texto sin ningún cambio de registro aparente. El uso del léxico es sencillo, libre de tecnicismos. Es una lectura sencilla, apta para todo lector de El País .

El País con su editorial nos transmite su opinión acerca de un hecho de actualidad: la prohibición de las esteladas en la final de la Copa del Rey. Durante la prolongación del texto nos otorga diferentes argumentos para acreditar la opinión del periódico ante dicha prohibición, la cual es negativa, pues, según me parece que quiere transmitir, es un ataque a la libertad de expresión, con lo cual coincido plenamente. Al principio del texto también arremete contra los independentistas, quienes, como dice, aprovechan los partidos de fútbol para realzar sus deseos políticos, razonamiento con el cual también coincido.

Últimamente he estado escuchando tanto por diferentes medios de comunicación como en propias conversaciones entre la gente, diversas cosas acerca de Cataluña, y pocas veces son positivas. Es un tema a orden del día que éstos quieran independizarse de España, y, ya no sé si es por falta de memoria o porque realmente es así, pero, si independistas ha habido desde siempre (con mirar un poco a la historia lo percibimos), entonces, ¿por qué tanto “ruido” ahora? A mi parecer, es en vista a las elecciones: utilizan la independencia de Cataluña como “marketing político”, pues es algo que puede hacer que una persona se vea más atraída o más reacia a un partido (posteriormente argumentaré por qué digo “marketing” político en vez de campaña electoral).
Hay algo que me parece cuanto menos curioso, y es que son aquellos quienes más repulsión muestran a Cataluña, los que más reacios son ante su independencia: que si es una amenaza a la unidad de España, que si qué asco de catalanes, que si malditos catalanes, que si mandemos los tanques para que se callen… son algunas de las frases que he escuchado de personas que se oponen a la independencia, pero sin embargo parece ser que también se oponen a Cataluña, soy incapaz de verle sentido. Si yo vivo en un bloque con diecinueve viviendas y me ponen la zancadilla cuando me ven, me empujan, ponen basura en mi puerta o en mi buzón y me insultan siempre que me ven, es obvio que quiera mudarme. Pero, sin embargo, cuando voy a mudarme, todos, con violencia y más insultos, me dicen que no, que yo me tengo que quedar, que no me permiten irme; no le vería sentido, pues más o menos es así como veo la situación de España respecto a Cataluña.
En cuanto a lo de “marketing político”, utilizo este término para denominar a la política que están haciendo últimamente. Siento que me venden algo, no que me vayan a proporcionar un futuro, como en los anuncios que te dicen que este detergente es mejor que los otros, pues igual. La política española está tan empeñada en buscarle fallos a los otros partidos y a los otros países que ya no sé si vivo en España o en Venezuela, porque veo más titulares sobre un país lejano que del mío propio. Entre el twitter de Izquierda Unida que busca el voto joven de forma que me resulta hasta ridícula, pues parece que es mi hermana de doce años la que escribe, y las menciones entre las diferentes cuentas de twitter de cada partido en las que se responden con gifs de gatos, parecen más un circo que políticos. Ya ni ellos se toman en serio la política. Quiero que me hablen de cómo vamos a salir de la situación en la que estamos atascados, no de lo impresentable que es este y lo presentable que es este otro, porque a mí me da igual que lleve traje o corbata o vaqueros y rastas, a mí lo que me importa es que me dé un futuro. No seamos clasistas.

Janice dijo...

PARTE 2/2

Como nos dice este editorial, estamos politizándolo todo. Como aportación personal: estas últimas navidades, antes de la cena familiar y tras una conversación muy intensa sobre política, nos pusimos a jugar al parchís, el cual en cuestión tenía ocho casillas. Mi tía, quien participó en la discusión, estaba enfrente de la casilla morada, y casi se disloca el hombro para coger el color naranja que estaba enfrente de mí. Claramente no quería coger el mismo color que representa a un partido político al que tanta repulsión le guarda como es podemos. A mí me resulta increíble y hasta fascinante cómo ha llegado la política a absorber nuestras vidas, que no podemos ni elegir un simple color sin relacionarlo a ésta. No digo que la política no sea importante, pues a mi parecer lo es, y mucho, ya que realmente nuestra vida se va en ello, pero no hay razón para meter la política en ámbitos tan banales como el ejemplo que he expuesto. No me imagino no tomar nunca más zumo de naranja porque tenga el mismo color que ha acogido un partido al cual no soy simpatizante. Con el fútbol pasa igual, si yo voy a ver un partido a mí me da igual que quien tenga al lado sea del PP, de IU o de PACMA, hemos venido a ver un partido y ya.

Ahora bien, en cuanto a las esteladas, me parece hasta de vergüenza que sólo sean prohibidas las banderas que hacen culto a la independencia catalana y se permitan las demás. No es como si lleváramos una bandera que rinde culto al nazismo, la cual está manchada de miles de muertes y angustia, pues esta es una bandera que los catalanes llevan al partido que tiene lugar en su tierra tanto para homenajear tanto a los jugadores como a su región. Prohibir las esteladas no va a hacer que el movimiento independista se reduzca, diría que hasta lo contrario, pues va a hacer que griten más, va a hasta provocar que aquellos no afines a la independencia se unan a los gritos de éstos ante esta injusticia. Ya son varios políticos los que han rechazado su invitación a ver este partido, en forma de protesta ante dicha prohibición, como son Ada Colau, Carles Puigdemont o Manuela Carmena, acción que aplaudo. Esta decisión de prohibir las esteladas me parece un atentado a la libertad de expresión, pues dicha bandera no hace daño a nadie, sólo es una forma de rendir culto. Dicho esto veo que esta prohibición es un atentado a la libertad de expresión.
El año pasado, en esta misma final de la Copa del Rey, los espectadores pitaron el himno en forma de rebeldía, y este año los políticos deciden prohibirles las esteladas, dicho coloquialmente esto no es más que echarle leña al fuego. No me voy a meter en si estoy de acuerdo en que piten el himno o no, simplemente veo que el pitar el himno simboliza su antipatía con España, una forma de manifestación pasiva que no hace daño a nada más que al ego de algunos españoles.

El fútbol ya de por sí está politizado (el simple ejemplo de que no faltan figuras de gran relevancia en España en los partidos más simbólicos), sólo era cuestión de tiempo que los políticos lo usaran para su marketing, y no hay nada que haga más ruido en estos últimos días que la independencia de Cataluña. Sea como sea a mi parecer han conseguido su propósito, que no es la prohibición de las esteladas que finalmente la fiscalía ha derogado, sino que a menos de un mes de las elecciones los medios se focalizan si Cataluña esto o si Cataluña lo otro, olvidándose intencionadamente del más del 100% de PIB, la crisis o los paraísos fiscales.

Laura Cabeza dijo...

Estamos ante el editorial publicado el pasado viernes por el diario El país. En él, el periódico se postula en contra de la prohibición de las banderas independentistas catalanas en la final de la Copa del Rey que tendrá lugar en pocas horas en el Vicente Calderón, asunto que tachan de gravísimo error.
Al encontrarnos en pleno arranque de la campaña electoral, después de un período en el que el diálogo ha brillado por su ausencia, pasados seis meses de las últimas elecciones y a la espera de lo que ocurrirá el próximo 26 de junio, se está tratando de politizar todos los ámbitos de la vida social. Esto mismo ocurre incluso en el fútbol.
Pensaba la delegada del gobierno en Madrid que con esta supresión conseguiría calmar el ánimo separatista de un grupo de catalanes, pero eso no va a cambiar la forma de pensar de esas personas sino que supondría una ofensa a su símbolo y sería mucho peor. De todos modos no creo que esta sea la manera de evitar otras provocaciones de los independentistas (recordemos las pitadas al himno el año pasado), si quieren protestar lo harán con o sin las 'esteladas'.
Además es injustificable que la exhibición de estos símbolos se asocie a “la realización de comportamientos violentos o terroristas” como han pretendido. En un país democrático como el nuestro, digo yo, que debería primar la libertad de expresión recogida en la Constitución sobre las normas de la Federación Española de Futbol, en las que pretendía ampararse el mismo Mariano Rajoy.
¿Cómo pretenden coartar la libertad de expresión por la mera exhibición de unas banderas separatistas? ¿Prohibirían también la exhibición pacífica de otro tipo de banderas o símbolos? Supongo que no.
Tanta polémica ha creado dicho asunto que se ha cuestionado en los tribunales. Finalmente, un juzgado de Madrid va a permitir la presencia de 'esteladas' esta noche al ser "una mera manifestación ideológica", argumentando que "en ningún caso ha quedado probado que la exhibición de la bandera pueda incitar a la violencia, el racismo, la xenofobia o cualquier otra forma de discriminación"
No obstante, lo hubieran prohibido o no, por cuestión de respeto institucional tanto el presidente de la Generalitat como la alcaldesa de Barcelona deberían asistir al encuentro, ya que son representantes de TODOS los catalanes sean o no separatistas. Al final, tras el veto a la prohibición, han dado marcha a atrás y acudirán al encuentro.
En definitiva, creo que los políticos deberían limitarse a dar soluciones a otros problemas mucho más importantes de la vida social como el paro, la sanidad, la educación, etc. y no politizar un entretenimiento como es el fútbol aunque se trate de la final de la Copa del Rey. Señores, "cada mochuelo a su olivo".

Anónimo dijo...

Ángela Teba Gallego. 2º BACH. C


Nos encontramos ante un texto periodístico escrito en la editorial de El País el pasado 20 de mayo del presente año.
Nos encontramos en unos días en los que la política enfoca a todo lo que rodea a la población y no es para menos, porque en apenas un mes tenemos de nuevo unas elecciones debido a la ineptitud de los dirigentes de los partidos políticos que nos representan porque no han conseguido llegar a un acuerdo de gobierno.
En este caso, la política salpica a un partido de fútbol en el que se disputa la final de la Copa del Rey entre un equipo andaluz como es el Sevilla y un equipo catalán como el Barcelona. Y de ahí viene todo. Se está intentado conseguir que el partido sea un Cataluña-España que para nada trae algo bueno al espectáculo del deporte.
En este caso, el tema se refiere a las esteladas que el equipo catalán quería adentrar en el campo para un evento español, a lo que la delegada del gobierno de Madrid Concepción, se ha negado y ordenó a la policía encargada de la seguridad del encuentro a no permitir el acceso al estadio a cualquier aficionado que portara una de esas banderas que simbolizan el independentismo catalán de España, en un evento al que asistirá Su Majestad el Rey y donde se disputa un título español.
Lejos de parecer una medida que haga un bien al espectáculo que se va a vivir, es una decisión torpe ya que despierta aún más la polémica con el tema, cuando lo que se debería hacer es respetar la libertad de los asistentes al partido por mucho que sea un evento español. De nada va a servir esa medida, porque habrá muchas más como por ejemplo la pitada del sector barcelonista al himno de España o a el rey Felipe cuando aparezca en el palco del Vicente Calderón.
Ha resultado tan ridícula la medida tomada que el propio juzgado la ha retirado, permitiendo el acceso de estas banderas al estadio, dejando en mal lugar a Concepción, entre otras cosas por el revuelo formado entre las distintas partes llegando a la amenaza del presidente del club catalán con no asistir al encuentro en señal de protesta.
Estamos ante un gobierno democrático en el que se debe caracterizar la libertad de expresión del pueblo ante todo como sus ideales políticos. Con esto, parece que nos encontramos en plena dictadura con órdenes que llegan desde arriba y se debe cumplir como corderitos.
Hemos perdido un poco el norte en estos asuntos donde se mezcla ideales políticos con otros más serios que están presentes en el día a día.
En los campos de fútbol, lo que se debe erradicar es la violencia que existe además de los insultos que se producen semana sí y semana también y no son castigados con ninguna sanción ejemplar. ¿Acaso hemos olvidado que la muerte de Jimmy se debió al enfrentamiento de radicales por ideales políticos?
En cambio, prohibimos unas simples “banderitas” que no provocan ningún mal entre los asistentes ni por su integridad. Que cada aficionado que asista hoy de un equipo u otro asista con la bandera que quiera, sea de su equipo o referente a la comunidad autónoma a la que represente.