Janell Burley Hofmann
es una madre americana de cinco hijos (Gregory de 13 años, Brendan 10,
Ella 8, Lily 6 y Cassidy 5). Ella es escritora y conduce un movimiento
que pretende educar en el uso responsable de las nuevas tecnologías en
la familia. Amante de la vida y de sus hijos, tiene un blog y es colaboradora habitual de The Huffington Post y de otros medios americanos.
En sus artículos y post, Janell
expone sus reflexiones y los métodos educativos que aplica a sus propios
hijos. En uno de ellos explica cómo su hijo mayor Gregory (13 años)
llevaba suplicando casi un año por tener un iPhone. Consciente de que el
uso de esta herramienta tecnológica exige responsabilidad y que existen
unos riesgos, Janell exigió a su hijo firmar un contrato para tener su
preciado iPhone. Se lo regaló por Navidad, porque se lo merecía, cuenta la madre en su blog. Pero a cambio, estas fueron las 18 reglas que Gregory tenía que cumplir, unas normas que, ella pensó, también le servirán para la vida:
1. Es mi teléfono. Yo lo compré. Yo lo pagué. Yo te lo presto. ¿A qué soy genial?
2. Yo siempre sabré la contraseña.
3. Si suena, cógelo. Di «hola». Sé educado. Coge siempre, siempre, la llamada de mamá y papá.
4. Entregará el teléfono a mamá o a papá a las 7:30 de
la mañana cada día de colegio y a las 9:00 de la tarde durante el fin
de semana. Estará apagado toda la noche y se volverá a encender a las
7:30 de la mañana. Si no llamarías al teléfono fijo de alguien, porque
pueden responder sus padres, tampoco llames o envíes mensajes al móvil.
Respeta a las otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.
5. No te llevarás el iPhone al colegio.
Conversa y habla con la gente y con tus amigos en persona. Los días de
media jornada, las excursiones y las actividades extraescolares
requerirán consideraciones especiales.
6. Si el iPhone se cae,
se golpea o se estropea, tú eres el responsable. Por tanto, asumirás
los costes de la sustitución o de la reparación. Para ello ahorra dinero
de tu cumpleaños o realiza otros trabajos: corta el césped, haz de
canguro... Si el iPhone se rompe, tendrás que estar preparado.
7. No uses el iPhone para mentir,
hacer tonterías o engañar a otro ser humano. No te involucres en
conversaciones que sean dañinas para los demás. Sé un buen amigo.
8. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través del iPhone que no dirías en persona.
9. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas a alguien algo que no le dirías en voz alta y en presencia de sus padres. Autocensúrate.
10. Nada de pornografía. Busca
en la web información que compartirías abiertamente conmigo. Si tienes
alguna duda sobre algo, pregunta a una persona. Preferiblemente, a tu
padre o a mí.
11. Apágalo o siléncialo cuando te encuentres en lugares públicos. Especialmente en restaurantes, en el cine o mientras hablas con otro ser humano. No eres una persona maleducada, no dejes que el iPhone cambie eso.
12. No envíes ni recibas imágenes íntimas tuyas
ni de otras personas. No te rías. Algún día estarás tentado de hacerlo,
a pesar de tu gran inteligencia. Es arriesgado y puede arruinar tu vida
de adolescente, joven y adulto. Es siempre una mala idea. El
ciberespacio es más poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo de esa
magnitud desaparezca, incluyendo una mala reputación.
13. No hagas millones de fotos o vídeos. No hay necesidad de documentar todo. Vive tus experiencias. Quedarán almacenas en tu memoria para toda la eternidad.
14. A veces conviene dejar el iPhone en casa.
Siéntete seguro de esa decisión. No es un ser vivo ni una ninguna
extensión de tu cuerpo. Aprende a vivir sin él. Tienes que vencer el
miedo a perderte algo que está ocurriendo y a estar siempre conectado.
15. Bájate música que sea nueva o clásica o diferente de
la que millones de chicos como tú escuchan, que es siempre lo mismo. Tu
generación tiene un acceso a la música mayor que cualquier otra de la
historia. Aprovécha ese don. Expande tus horizontes.
16.De vez en cuando puedes jugar a juegos de palabras, puzzles y rompecabezas.
17. Mantén tus ojos abiertos.
Observa el mundo que te rodea. Mira por la ventana. Escucha a los
pájaros. Date un paseo. Habla con un desconocido. Pregúntate sin es
necesario buscar en Google.
18. Meterás la pata.
Te quitaré el teléfono. Nos sentaremos y hablaremos sobre ello.
Volveremos a empezar. Tú y yo siempre estamos aprendiendo. Somos un
equipo. Estamos juntos en esto.
El resultado
Un año después,
Janell escribió un nuevo artículo en The Huffingon Post reconociendo
que el contrato funcionaba, aunque no había sido fácil. Como ella
esperaba, le tuvo que quitar el teléfono y comenzar de nuevo. Pero los
resultados han sido positivos: ella ha aprendido, gracias a su hijo,
sobre nuevas aplicaciones y redes sociales. Aunque no es lo más
importante: La familia se ha convertido en usuarios responsables de la
tecnología. Dice Janell «todos tratamos de mantener los ojos abiertos.
Ver cómo el mundo pasa a nuestro alrededor. Nuestras normas tecnológicas
no solo se aplican al iPhone, también a la vida».
Janell da una conclusión final, que parece animar a otros familias. «La tecnología es una hermosa herramienta,
emocionante, de nuestro mundo. Deja que sea divetido, que sea una
herramienta social, creativa y expansiva. Gregory sabe que nunca podrá
sustituir la lectura de un libro o un café con un amigo o un paseo por
el bosque, pero ambas cosas puede coexistir».
Ahora Janell, se enfrenta a un segundo capítulo en esta
historia: su hija ya le está pidiendo su contrato. «¡Bueno, eso no lo vi
venir! —dice en el post— ¡Pero me lo llevo!».
17 comentarios:
ANA GARCÍA 2ºb
Este texto pertenece al género periodístico de opinión , más concretamente una columna, pues está firmado por el periodista M.J. Pérez-Barco. Esta columna ha sido publicada en el periódico de tirada nacional ABC.
En lo referente al público que va dirigido, en mi opinión puede ser interpretado como a todo el mundo, sin embargo hace un especial hincapié en los padres con hijos de entre doce y catorce años con móviles con acceso a internet. Para que la lectura de esta columna se fácil y llevadera, utiliza un registro semiformal y dinámico, incluyendo extensas citas aludiendo a artículos en el diario The Huffingon Post sobre Janell Burley Hofmann, que es utilizada como eje para realizar su fuerte crítica.
La estructura interna de este texto me resulta bastante innovadora, al organizar su texto, como ya he dicho girando entorno a otro distinto e introduciendo sus propias opiniones. Desde mi punto de vista, este texto podría quedar dividido en dos según la organización de las ideas. La primera de ella, que va desde el inicio hasta que acaba la transcripción del “contrato”, donde se desarrolla las imposiciones de esta madre un tanto atípica a la hora de tener un teléfono inteligente. En la segunda parte, que concluiría al finalizar el texto, se explica el funcionamiento de su innovador sistema de reglas y normas, que Janell explicó en un artículo posterior al desarrollado en la primera parte.
La crítica realizada a modo de exposición, aparentemente objetiva (aunque no lo sea), de un artículo ajeno me resulta llamativo. La idea de limitar las posibilidades de un niño a la hora de utilizar internet ha sido desarrollada con anterioridad en numerosas ocasiones, exponiendo los peligros que encierra Internet como en la columna “EL BOSQUE” escrita por Manuel Vicent para EL País.
Sin embargo, los argumentos que da esta madre para regular el uso del móvil no se limitan al peligro externo que encierra el uso inconsciente de internet, sino que más bien se centra en los efectos sociales y personales que un propio móvil puede tener, reiterándose en la idea de mantener una vida activamente social.
Hay ciertos puntos de este contrato que me pueden resultar excesivos, aunque otros muy acertados.
La necesidad de saber la contraseña de su hijo puede interpretarse como una invasión de la propia privacidad, y no es para menos, pues no le parece suficiente censurar las conversaciones que su hijo puede mantener y aquellas que mejor no, que parecería tener la necesidad de comprobar que sigue sus instrucciones y que no contenga ningún contenido pornográfico.
Sinceramente, otro punto que me llama la atención es la necesidad que esta madre muestra de imponer a su hijo sus puntos de vista e ideales.
El caso de exigirle que se autocensure (aunque ella ya lo está haciendo) y de pedirle que se replantee todo lo que pueda decir usando el teléfono me parece realmente acertado, pues en muchísimas veces pecamos de inconscientes diciendo cosas que nunca seríamos capaz de decir en persona.
Esta madre parece contenta en el funcionamiento de este método, sin embargo, creo que un control tan excesivo del comportamiento y vida social (pues el móvil, nos guste o no, esta inmerso en nuestra organización social) creo que puede tener efectos negativos en el desarrollo como persona de alguien. Realmente, creo que la independencia en las edades mencionadas es vital para el desarrollo de la consciencia moral y social de una persona. Si un muchacho no tiene margen para equivocarse y autocorregirse, así como tener la oportunidad de cargar su culpa y enmendar sus propios errores, jamás mejorará su responsabilidad y su sentido del deber. No creo que la imposición de un contrato sea la mejor manera de regular el uso del teléfono, pero quién sabe si algún día le imponga uno a mis hijos, pero realmente lo dudo.
Nicolás Vizcaíno 2ºB
Nos encontramos ante un texto periodístico, concretamente del diario ABC, escrito por M.J.Pérez-Barco. Pertenece al género informativo, definido como noticia. Cuenta con el titular El contrato que una madre exigió a su hijo para tener un iphone seguido de una entradilla en la que nos cuenta lo principal sobre la noticia. Finalmente tenemos el cuerpo, que consta de las dieciocho normas del contrato, como bien nos indica el propio titular. Finaliza con una conclusión en la que expone cómo acabo el problema que plantea.
Está claro que la tecnología a veces se nos va de las manos, y sobre todo la accesibilidad a ella, la cual cada vez es mucho más fácil. Uno puede buscarle siempre los lados positivos a algo, pero todo tiene un ‘’pero’’, y en este caso, los móviles son un problema si se comienzan a usar a una edad muy temprana. Es esto lo que esta madre desea evitar en su hijo, evitarle todas las cosas perjudiciales que trae usar el móvil.
Las primera norma del contrato se centra en la mentalidad adolescente de los jóvenes, los cuales piensan que todo aquello que pueden usar es suyo, y esto se ve frecuentemente en las discusiones de padres e hijos sobre la hora de llegar a casa, el uso de tecnologías, o el hacer lo que les dé la gana y cuando les dé la gana. Lo más curioso es que lo que creen que es suyo lo tratan bien, sin embargo aquello que tienen total conocimiento de que no les pertenece, pero sin embargo pueden usarlo, la importancia de tal elemento desciende de una manera impresionante, algo que se puede observar en los centros educativos, en los que las mesas y sillas muestran más garabatos que libros y lápices encima.
Otro tema es la confidencialidad, la cual es algo que en mi opinión deben gozar los jóvenes siempre y cuando no se use para fines ‘’maléficos’’. La moraleja de que no hagas lo que no te gustaría que te hiciesen es algo que nos plantea este texto y que es para reflexionar, pues debido a la facilidad de expansión de cualquier cosa en la actualidad, uno actúa a veces sin pensar realmente si lo que está haciendo es lo correcto. Para ello se necesita un buen adoctrinamiento, aunque el uso de estas tecnologías cada vez dificulta mas este proceso.
Todo el mundo se encuentra alrededor del móvil, y esto se nota en cualquier reunión de amigos, en el que suena más el teclado táctil que las cascaras de pipas al morderlas. Ya se nos muestra en otros artículos como En contra de… los emoticonos que publicaba María Vela Zanetti en el periódico web de El Mundo, y que expresa esta idea precisamente. Esto no nos permite avanzar, sino retroceder, y la tecnología fue creada para el progreso, por lo que algo estamos haciendo mal, y esta madre ha podido dar con la solución en algunos de sus normas.
Un argumento a favor de la norma de dejar el móvil a la noche, a parte de los planteados anteriormente, es los problemas para conciliar el sueño, pues está comprobado científicamente que el uso de estos aparatos antes de dormir reduce la fase de sueño REM y provoca somnolencia a la mañana siguiente.
Pero la mejor manera de convencer a alguien de todo esto, es darle los aspectos positivos que tiene no usarlos, y se ve claramente en el disfrute de la vida, en verlo todo con los propios ojos y no a través de una pantalla, a aprender a disfrutar de una manera distinta, y si, hay que usar la tecnología, no hay que rechazarla, pero se debe usar con moderación, y aprovechar los beneficios que esta te da, pues gracias a ella, hay miles de cosas que antes no se podían hacer, pero hay otras miles, que ahora no podemos, o más bien, no queremos.
PARTE 1/3 (prometo que para el siguiente comentario intentaré ser más breve)
Nos encontramos ante un texto escrito por M. J. Pérez-Barco, el cual fue publicado en ABC en enero de 2014.
Se trata de un texto periodístico, perteneciente a los llamados géneros de opinión, más específicamente un artículo, debido a su longitud y porque va firmado.
El modo discursivo que emplea para trasmitir sus ideas es argumentativo-expositivo, ya que muestra una serie de ideas que a continuación explica. Hace uso de un registro formal que podemos apreciar generalmente durante toda la extensión del texto con algunos cambios de registro, como en el punto 13 cuando dice "no hagas millones de fotos o vídeos", claramente no se refiere a millones literalmente, quiere decir muchas, o en el punto 18 cuando dice, cito "meterás la pata". El uso del léxico es sencillo, libre de tecnicismos, por lo cual es una lectura que va dedicada a cualquier lector de ABC , también hay que tener en cuenta que dicho artículo está sacado de la publicación de un blog que pretende ser apto para cualquier lector.
En primer lugar, entiendo la razón por la que la madre ha establecido tal contrato, pues su hijo tiene 13 años y a esa edad (bueno, en toda la preadolescencia y adolescencia realmente) ya cree que sabe todo sobre el mundo, cuando no es plenamente consciente de muchísimas cosas, y esto puede acarrearle algún que otro inconveniente. Pero por otro lado me parece cierto excesivo, como el apartado 2, en el que dice que la madre siempre sabrá la contraseña, ¿dónde queda la privacidad? Sí, entiendo que tiene 13 años, pero a mi parecer si no siente que su madre confía en él, él no confiará en ella, y, por muy pequeño que lo veamos e inexperto ha de aprender, y para ello tiene que sentirse respaldado por la confianza, no por restricciones.
Ante todo es importante analizar el impacto de la tecnología en estos momentos, en las que el móvil se ha convertido en algo tan imprescindible para salir a la calle para muchas personas como los mismos zapatos pero, ¿realmente lo es? Normalmente, y me incluyo, nos excusamos diciendo que lo necesitamos para llamar si no vemos a alguien, o para mirar los horarios del autobús, o para el “google maps”. Esas excusas tienen algo de razón, aunque no puedo evitar acordarme de mi padre, quien siempre me dice ante estos ejemplos que él en su tiempo no tenía móvil y quedaba perfectamente con la gente y encontraban todos los sitios, que razón no le falta, pero en su tiempo nadie tenía móvil y en éste todo el mundo tiene, así que hay que centrarse algo en el contexto. Honestamente, no me imagino cómo sería quedar dentro de la feria de Sevilla sin móvil, ya que muchas veces ni hablando por el teléfono y estando en la misma calle sabemos dónde está la otra persona. Como experiencia personal, ya que llevo más de un mes sin móvil, he de añadir que estar sin móvil es algo cansino, que no insufrible, ya que si hay algún plan de salir por el centro o algo así he de contar con una persona con la que encontrarme cerca de mi casa para ir (los imprevistos pasan y estando sin móvil no sé si se van a mover del sitio, si van a tardar, si yo misma voy a tardar y no puedo avisar, etc…).
(...)
PARTE 2/3
(...)
Bajo mi punto de vista podríamos sacarle infinitud de cosas negativas al móvil, tanto como positivas, pues no veo que dependa del aparato sino de la persona. El 40% de los accidentes de tráfico se produce por distracciones al teléfono, que no son pocos, pero también, gracias a los teléfonos móviles, hubo una información inmediata a los padres de los alumnos por parte de éstos, y a las autoridades, cuando un niño, de 13 años también, irrumpió con una ballesta en su instituto; si todos los niños hubieran cumplido el apartado 5 que ésta madre exige en su contrato me pregunto qué hubiera pasado.
A mi opinión depende del uso que le das y cuándo se lo das. De hecho, recientemente fui a comer fuera con mi padre, y no pude evitar fijarme en una familia que tenía enfrente que estaba esperando su pedido; el panorama era tal que: una mujer de mediana edad con la vista pegada a su móvil, un hombre, de mediana edad también, igual, y un niño de poco más de diez años con un iPad sobre la mesa jugando y viendo vídeos. La única interacción que vi entre la familia en todo el rato fue cuando la mujer le enseñaba al hombre algo que había visto en el móvil y viceversa, definitivamente ese no era el lugar ni el momento, pues en mi opinión cuando sales con tu familia a comer sales para pasar un tiempo con ellos, no con el mismo aparato con el que pasas todo el día. Ante este tipo de situaciones me pongo a pensar sobre el impacto de la tecnología en nosotros y no puedo evitar preguntarme (al igual que muchos guionistas, escritores y creadores de videojuegos) si nosotros controlamos a las máquinas o son ellas las que nos controlan a nosotros. En películas recientes como “Ex Machine” vemos como una máquina manipula a una persona para poder ser libre, aunque esto se trate de un robot dotado de inteligencia artificial, no deja de ser una máquina que hemos de controlar que resulta que en todo momento nos estaba controlando a nosotros.
El juez de menores Emilio Calatayud escribió en El Mundo un artículo en el que explicaba que el móvil es la nueva droga para los jóvenes, debido a que ya se presenta cierta adicción y hasta síndromes de abstinencia. En dicho artículo argumenta también ciertos problemas que acarrea la interacción con los teléfonos móviles, como la facilidad de cometer ciertos delitos contra el honor y la dignidad (bullying). Como todo, esto depende de quién lo use, y bajo mi punto de vista, en vez de preocuparse en controlar qué hace su hijo con el móvil, deberían de ver qué clase de valores tiene, aunque claro, unos padres no le mirarían precisamente con objetividad. Lo dicho anteriormente, todo depende de la persona.
(...)
PARTE 3/3
(...)
Entonces, ante todo esto, me pregunto, ¿qué haría yo ante la situación de la madre? El contrato en general no me agrada pues es una lista de obligaciones y restricciones y no me parece una buena forma de conectar con tu hijo (claro, esto es sólo mi opinión, pues me faltan años de perspectiva y experiencia para tener conocimiento sobre esto). Yo en su lugar simplemente le plantearía las cosas, no le diría “no busques pornografía”, como dice en el apartado 10, le diría que en esa industria hay más de un 90% de mujeres que están siendo abusadas, que la mayoría no pueden salir porque no se lo pueden permitir económicamente, que cada vez hay más que salen de la industria y cuentan sus desagradables experiencias, que probablemente lo que vea en la pantalla sea una violación, que no sea consensuado, le diría que no son pocas las actrices porno que acaban siendo “encontradas muertas”, que no es raro que se desenmascare a actores porno por violación (hace poco James Deen, quien curiosamente días antes del asesinato Amber Rayne fue acusado de violación por ella) y que es denigrante cómo promueve esa industria tales abusos y la pederastia, pues es repugnante que la etiqueta más visitada sea “teen”, después duele lo poco que sorprende que dichos actores y propios productos porno sean también descubiertos como pederastas (el más reciente, Torbe). Si es suficientemente mayor para saber lo que es el porno y lo que es el sexo es lo suficientemente mayor para saber qué hay detrás. No le diré tampoco que “no haga millones de fotos”, como dice en el apartado 13, simplemente él mismo lo aprenderá, le diré que el momento es un instante que si no lo vives entonces se pasa, y mantenerlo en una imagen no sirve, pues la idea de una fotografía es que te traiga recuerdos sobre algo, si la fotografía la has hecho sustituyendo la vivencia para poder tomarla ¿dónde está la gracia? En los museos por ejemplo no te permiten hacer fotos, y ni falta que hace, porque estaría más concentrada en que saliera bien la foto que en observar la pintura y después la foto probablemente ni la miraría.
A mi punto de vista y como he argumentado anteriormente, todo depende de la persona. Yo creo que con simplemente hablar y hacer que comprenda cada punto del contrato es suficiente, no hacen falta prohibiciones porque él entenderá qué ha de hacer y por qué. Igual simplemente soy optimista y me olvido que se trata de un niño de 13 años, pero creo que cualquiera atiende antes a razones antes que a prohibiciones y obligaciones.
(No me gustaría que se pusiera en común en clase)
PARTE 1/2
El texto a comentar es un texto periodístico de opinión escrito por M.J Pérez-Barco para el diario ABC, el 10 de enero de 2014. Aquí, el método discursivo dominante es el expositivo-argumentativo, pues el autor manifiesta sus ideas y las explica a continuación, mediante una serie de apartados enumerados.
Utiliza un registro formal, así como un nivel sociolingüístico adaptado a todo tipo de lectores, ya que el léxico es sencillo y libre de tecnicismos. Además de ello, debemos tener en cuenta que este artículo ha sido tomado del blog The Huffington Post.
El avance de las diversas tecnologías ha conllevado a que muchos de nuestros padres tomen medidas estrictas. Ejemplo de ello son algunas de las enumeradas en el texto, como por ejemplo yo siempre sabré la contraseña; lo que conlleva a que no podamos tener ni una pizca de intimidad.
Desde un primer contacto, es entendible que la madre quiera proteger a su hijo de 13 años de los peligros que hay en Internet, pero tampoco llegar a tal extremo de tenerlo totalmente controlado. En mi opinión, un niño de 13 años no debería de tener un móvil, pues las tecnologías pueden llegar a ser un fenómeno maligno.
Se han dado diversos casos que han sido expuestos en programas como Antena 3 o Andalucía Directo, en el que muchachos y muchachas de esas edades han empezado a tener gran adicción a sus teléfonos móviles y han perdido una etapa importante en sus vidas: la adolescencia.
De hecho, se ha tomado como una grave enfermedad psicológica.
Las familias de estas personas están sufriendo casos de depresiones, ya que sus propios hijos se evaden de tener contacto físico con las personas de su alrededor y solo quieren centrarse en su mundo virtual inútil, en el que son “felices”.
Yo misma estoy viviendo un caso muy cercano a cerca de esta adicción. La persona a la que me estoy refiriendo no es capaz de entablar una conversación ni en su propia casa, ni incluso cuando salimos de copas y charlamos entre amigos. Por razones como esta, la señora Janell Burley le impone a su hijo Gregory la medida 11 “Apágalo o siléncialo cuando te encuentres en lugares públicos”.
Por otra parte, estoy de acuerdo con la medida 7 “No uses el iPhone para mentir, hacer tonterías o engañar a otro ser humano” y con la medida 8 “No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través del iPhone que no dirías en persona”. Estas razones, por así decirlo, son las principales causas que provocan enfrentamientos y conflictos entre las personas.
Refiriéndome a la medida 7, se ha dado un caso en el que un chico se ha hecho pasar por múltiples personas, con el objetivo de aprovecharse de los demás. Este chico al haber sido descubierto, se ha quedado totalmente solo ya que nadie quiere tener amistad con una persona farsante y que manipula los sentimientos de las personas como quiere. Con esto me vengo a referir que su madre le impone esta medida para que su hijo no sea como esas personas y disfrute de hacer daño y aprovecharse de los demás.
(No me gustaría que se pusiese en común en clase)
PARTE 2/2
En cuanto a la medida 8, muchas personas en las redes sociales, especialmente en WhatsApp y Twitter, van de valientes y en persona, en realidad, son unos cobardes. Hoy en día, hay muchos conflictos que quedan abiertos por este tipo de personas, pues casi nunca se atreven a dar la cara. Prefieren “vacilar” y luego darle al botón de bloquear. En mi opinión, son personas penosas.
Si tú no eres capaz de decir eso y dar la cara en persona, mejor ten más vergüenza y ahórratelas.
Esta madre, impone esta medida con el fin de que su hijo no se meta en problemas de ningún tipo y lleve una vida honrada y tranquila.
En definitiva, destacar que esta madre ha realizado este contrato porque quiere lo mejor para su hijo y que el mismo, no se vuelva un adicto a las tecnologías, sino que pueda vivir y conocer la vida con paz y tranquilidad; vivir cada momento, cada instante y cada minuto. En mi caso, si yo confío en mi hijo y veo que es lo suficientemente responsable para tener un móvil y no meterse en problemas, no tendré por qué hacerle un contrato; por el contrario, tomaría una serie de medidas pero no llegar al extremo de hacerle un contrato.
Las tecnologías, en general, son buenas para todos los ámbitos: económicos, políticos, educativos, sociales, etc. Pero, si tú no la dominas, sino que ella te domina a ti; amigo, estás perdido.
El texto ante el cual nos encontramos pertenece al género periodístico, más concretamente a una columna de opinión en la que su autor comenta una noticia. Fue publicado en el periódico El país en enero del año 2014.
El autor explica la situación en la que se vio una madre cuando su hijo mayor, a la edad de trece años, le pedía un teléfono móvil. Ante la circunstancia, la madre decide hacer firmar a su hijo un contrato por el cual regular el uso del aparato y educarlo para otros muchos aspectos de la vida, además de respecto con las nuevas tecnologías.
Dejando atrás algunas normas que podríamos calificar de habituales (ya que normalmente la mayoría de ellas se dicen, aunque por falta de costumbre, nunca se suelen dejar por escrito cuando se concede un teléfono inteligente a un niño), quisiera destacar varias cláusulas: las número trece, catorce, quince y diecisiete. En ellas, se destaca entre líneas algo que nos afecta a todos y sobre lo que es evidente que la madre desea educar a su hijo: ¿podríamos decir que las nuevas tecnologías nos están robando vivencias de algún modo? Al leer estas cuatro normas, varias imágenes pueden cruzarse por nuestras mentes.
La primera de las imágenes evocadas por la primera de estas normas que he citado (la número trece, que hace referencia a evitar hacer muchísimas fotos en lugar de disfrutar el momento) sería la de un concierto, o cualquier clase de momento increíble que, tal vez, solo puede vivirse una vez. ¿Por qué perderse el concierto de su ídolo por grabarlo bien? Al final, la mayoría de las veces lo único que grabas es la imagen, pues la voz del cantante queda enterrada entre los gritos de la multitud (es más, probablemente la imagen quedará impregnada de otras miles de manos que levantan el móvil, o cámara, con el mismo objetivo). La tecnología es maravillosa para algunas cosas, pero también contribuye a que nos perdamos lo que ocurre en el exterior de nuestra diminuta pantalla.
Esto nos lleva a la cláusula número catorce, que no es ninguna tontería: la nomofobia es real. Esta nueva fobia que ha aparecido recientemente es tan simple como el temor a salir de casa sin el teléfono móvil, o hacerlo pero que se quede sin batería; y esta fobia afecta a una gran parte de la población, aunque muchos no nos demos cuenta. Por eso veo más que sensato advertir sobre ello a un nuevo usuario de Iphone o cualquier otra marca de telefonía inteligente.
Los tiempos cambian, como es normal, pero, como le indica esta madre a su hijo en el contrato, tampoco debemos malacostumbrarnos a ciertas cosas (como las que podríamos sacar de las normas cuatro, ocho y nueve; algo tan simple como, por ejemplo, evitar utilizar nuestro móvil en momentos poco oportunos, o evitar el decirle a alguien algo que no nos atrevemos a decirle en persona. A veces es un poco más sencillo hablar tras un teclado, pero no por ello hace más o menos daño a la otra persona).
Sin embargo, la tecnología actual nos permite acceder a una cantidad casi infinita de mundos llenos de posibilidades, no solo al nuestro. Como indica en la norma quince, nuestra generación se encuentra abierta a miles de canciones, miles de películas, miles de libros…; en pocas palabras, nos abren miles de formas de entender la realidad, y todo ello a un solo click de distancia. Es maravilloso y una suerte.
De todo esto comprendo que la tecnología es un avance muy necesario y del cual debemos disfrutar al máximo, pero sin caer en banalidades como la informar en Instagram o Twitter sobre lo que hemos desayunado con el máximo detallismo.
La vida es multicolor y tridimensional más allá de conseguir treinta “me gusta” y, sin duda, esta es una de las lecciones más valiosas que podemos sacar de este contrato de una madre con su hijo. Y de la cual, algunos no tan niños deberíamos aprender bastante.
El texto a comentar es periodístico, publicado en el diario ABC por M.J.Pérez-Barco el 10/01/14 titulado “El contrato que una madre exigió a su hijo para tener un Iphone”, y, a continuación, se expone una introducción sobre Janell Burley Hofman y el contrato con su hijo, continúa con las 18 reglas y al final se manifiesta lo ocurrido después de un año de contrato.
En general, este artículo periodístico está destinado a todos los públicos, puesto que Janell pretende concienciar a la sociedad sobre la influencia que tienen las nuevas tecnologías, pero en un caso más concreto, se podría decir que el texto va dirigido a padres con hijos entre 11 y 14 años que no son conscientes de su uso responsable.
Se puede percibir que es un texto objetivo, excepto en las reglas, ya que son la opinión de la madre acerca de cómo educar a sus hijo.
Actualmente, amplia parte de la población cuenta con un móvil o tablet o algún otro aparato inteligente que se conecta a una red y, con ello, a veces sentimos la inseguridad cuando se nos olvida en casa o incluso cuando no lo sentimos cerca. Esto nos convierte en dependientes de ello.
Se nos pasa el tiempo hablando por redes sociales y no nos damos cuenta de lo verdaderamente importante, como es pasar buenos momentos con nuestros familiares o amigos.Incluso en muchas reuniones se suele estar enganchado al móvil, sin mantener una conversación coherente con una persona que no esté a través de una pantalla o simplemente el hecho de estar en un evento y tener que inmortalizarlo en vez de disfrutarlo, como bien dice la regla número 13.
Si que es verdad que en los tiempos que vivimos contar con un aparato que te permita hacer una videollamada o hablar con varias personas al mismo tiempo es una gran ventaja que hace 20 años ni se pensaba, pero debemos tener en cuenta que conlleva ventajas pero también inconvenientes.
Volviendo al texto, es verdad que las reglas impuestas por la madre a su hijo son bastante buenas para la educación de este, sobre todo sabiendo que todavía es pequeño y que un aparato así en sus manos conlleva una gran responsabilidad.
Son muchas las madres que utilizan este tipo de “contratos” para que sus hijos estudien, como el típico “si me sacas el curso te compro un móvil” y ya el niño se pone el objetivo de aprobar y acaba consiguiendo el móvil.
En general, las nuevas y avanzadas tecnologías tienen muchas ventajas, como por ejemplo, en la rama de educación, ya que en milésimas de segundos, puedes encontrar millones de páginas de información con tan sólo pulsar una tecla; lo que es vergonzoso es que en algunos países exista un carril destinado a las personas enganchadas al móvil por la calle (China), que ni siquiera levantan la mirada en un paso de peatones.
MARIA CANELA ANDRADE
El texto se puede dividir en tres partes.
La primera de ellas desde la línea 1 hasta principios de la línea 8, en ella se explica quién es Janell Burley Hofmann y hace un introducción al tema principal del texto, el uso de las nuevas tecnologías en su familia y el contrato que hace firmar a su hijo mayor para tener un iPhone.
En la segunda parte, se explican las 18 reglas incluidas en el contrato, del que se habla en la primera parte.
La última parte va desde mediados de la línea 39 hasta el final del texto donde se explica el buen resultado que dio el contrato firmado.
COMENTARIO CRÍTICO:
Estamos ante un texto periodístico de opinión publicado en el periódico ABC por J.M Pérez-Barco el 10 de abril de 2014. En él, expone un contrato con las condiciones que una madre exigía a su hijo de 13 años para utilizar correctamente su teléfono móvil.
Utiliza un lenguaje coloquial por lo que se podría decir que es un texto que puede ser entendido por todos, pero que se centra sobre todo en madres con hijos que están comenzando a usar las nuevas tecnologías y no ven el peligro que éstas podrían llegar a tener.
Bajo mi punto de vista es un contrato algo excesivo, ya que como "buena" madre está intentando proteger a su hijo de los peligros que puede acarrear un mal uso de un teléfono móvil, pero es que además tampoco da a su hijo libertad para poder utilizarlo de una manera que quizás ella no concibe como correcta, ya que piensa en los posteriores efectos que esto pueda tener en la sociedad.
Para un niño que se adentra en esto de las nuevas tecnologías quizás resulte excesivo tantas medidas reguladoras, y es verdad que algunas están de más, pero hay cosas que una madre siempre debe hace por el bien de su hijo.
El hecho de saber la contraseña de su móvil me parece excesivo ya que con ellos viola su intimidad, pero es que además no sólo tiene que saberla, si no que también exige unas medidas que a lo largo del texto contrapone. En el primer punto, dice que al comprar ella el iPhone, es suyo, pero que al prestárselo a su hijo, es él el responsable de todo lo que le pase. Y me parece que este es uno de los puntos más correctos, ya que así niños de su edad empiezan a ser responsables y a valorar todo lo que tienen.
Pero dentro de todo esto, bajo mi punto de vista, la medida más acertada es la número siete, ya que suele ser por teléfono, whatsapp o cualquier otra red social por donde decimos cosas sin pensar que alomejor al hablar con esa persona a la cara no habríamos dicho. Y con esto podemos llegar a hacer mucho daño.
Después de un año, la madre explica el exitoso resultado obtenido después de riñas y tener que retirarle el móvil a su hijo, para volver a empezar con el cumplimiento del contrato. Ella aprendió de su hijo, y él de ella durante este tiempo; y además su familia se ha convertido en una familia responsable ante las nuevas tecnologías.
Parte 1:
Se trata de un artículo periodístico de M.J.Pérez-Barco, un texto expositivo, que se encuentra en el periódico ABC y se publicó el 10 de enero de 2014. El propio autor no muestra su acuerdo ni su oposición a los elementos que introduce en el artículo, se limita a contar un caso. Su propósito es exponer un tema para que los lectores puedan opinar libremente sobre él.
En este caso, el texto va principalmente dirigido a los padres de adolescentes en cuanto a la permisión a sus hijos del uso de teléfonos móviles. Hay una serie de medidas que una madre impone a su hijo, y el autor las recoge en su columna objetivamente.
Las medidas son bastante variadas, pero en todas ellas, la madre argumenta que son para el correcto uso del dispositivo. Aunque al leer el artículo pensé que se trataba de una sucesión normas estrictas que quería imponer a su hijo, por el simple hecho de tenerlo controlado, alguien me inspiró una visión distinta acerca del texto: a pesar de que parezcan imposiciones solo para el uso de un teléfono móvil, también podrían ser interpretadas como unas pautas para vida en sí.
Cuando exige tener la contraseña del móvil, quizá quiere hacer comprender a su hijo que siempre estamos controlados en cierta forma, en nuestra enseñanza por los profesores y los padres, y en la madurez, por los jefes quizá. También le responsabiliza de los daños que pueda sufrir el aparato, teniendo que pagar él mismo los daños que pudiera sufrir. Esto podría asemejarse a la obligación que tienen los adultos de hacerse responsables de sus propios actos.
Aunque la madre expone su criterio de una forma bastante contundente, no puedo negar que algunas de las medidas me parecen un poco exageradas. Teniendo la contraseña y exigiendo que use el teléfono sólo en unos horarios determinados, la madre pretende enseñar, pero creo que es necesario que el adolescente tenga su privacidad en cuanto a sus conversaciones, y en el uso que hace de Internet. Al fin y al cabo, de los errores solo se aprende cometiéndolos y experimentando, tanto en la web como en el día a día.
Sin embargo, me parece extraño que insista en que no haga muchas fotos. Es cierto que muchas veces todos hemos hecho miles de fotografías a cosas que podrían resultar irrelevantes, pero también es agradable ver las de ciertos momentos de nuestra vida que creíamos que recordaríamos siempre, pero habíamos olvidado definitivamente. Aunque los recuerdos estén almacenados en la memoria, nuestro yo consciente a veces necesita una imagen que nos haga recrear el momento en cuestión. Por ello las fotos siempre serán útiles, las justas y necesarias, eso si.
También da una serie de consejos, como estar atento a lo que ocurre a nuestro alrededor. Me parece que es el mejor consejo que se le podría dar a cualquier persona que posea un móvil, no solo a los jóvenes, sino los a adultos también. Vamos paseando por la calle con los auriculares puestos, y cuando nos damos cuenta vemos a muchas otras personas igual que nosotros, pero que en cambio tienen sus ojos fijos en las pantallas de sus móviles. En ese momento nos quitamos los auriculares y nos damos cuenta de que esos "zombis" de las nuevas tecnologías no se dan cuenta de que en la calle hay mucho más que edificios y coches: el cielo, árboles, personas...vida
Parte 2:
De nuevo en la conclusión, el autor del artículo se limita contar que fue de esta madre y su hijo, y como se resolvió la situación. Ella sabía que su hijo cometería un error, y que de nuevo ella decidiría darle otra oportunidad. De hecho,de nuevo interpreto esto como un paralelismo de la vida: tomamos decisiones, nos equivocamos, y si tenemos la suerte de que alguien confie en nosotros, podremos volver a empezar. El mal uso del móvil, al igual que los periodos de la vida que queremos olvidar, deben ser aceptados para aprender a seguir adelante, porque al final, son de lo que estamos hechos, de vivencias.
Finalmente, opino que la madre hace bien en darle estas pautas a su hijo. A pesar de que algunas, como he dicho anteriormente, me parecen excesivas, la intención es orientarle. Él debería ser libre de escoger cuales de estos factores quiere tener en cuenta cuando use el teléfono, cada uno según su respectivas consecuencias. Sólo así se puede conseguir que alguien sea verdaderamente responsable por si mismo, o quizás todo lo contrario, pero esa ya es su propia decisión. Quizá sea incluso demasiado joven para tener un móvil, demasiado infantil para emplear el móvil en algo distinto a las Apps descargadas en Google Play, pero alguien confió en él aunque se equivocase, y pensó que sería un magnífica forma de enseñarle a valorar la vida, las posesiones y las experiencias.
ORGANIZACIÓN IDEAS
El texto propuesto, publicado por M.J. Pérez-Barco el 10 de enero de 2014 para el diario ABC, puede dividirse en tres partes. En la primera parte (líneas 1-11), la autora recurre a la experiencia de una madre americana de familia numerosa que, también como escritora, suele colaborar con The Huffington Post y además, tiene un blog en el que fomenta el buen uso de las nuevas tecnologías exponiendo sus propios métodos. En esta ocasión, cuenta cómo le propuso a su hijo mayor firmar un contrato para conseguir un Iphone.
A continuación, en la segunda parte (líneas 12-57), se muestran las dieciocho condiciones que el niño debe cumplir para poder tener su preciado móvil y que le servirá también para otros aspectos de su vida; tras esto, comienza la tercera parte a modo de conclusión, relatando que la "prueba" ha sido un éxito.
Desde la línea 58 hasta la última, se nos habla del buen resultado que obtuvo este "experimento" un año después. La americana nos anima a probar este método que es compatible con el uso de las nuevas tecnologías y con la vida misma.
COMENTARIO CRÍTICO
Se trata de un texto periodístico publicado en el ABC por M.J. Pérez-Barco el 10 de abril de 2014. En este, la autora nos presenta el caso del contrato de una madre americana a su hijo para conseguir un Iphone.
Puede que si nos propusieran un contrato similar, más de uno acabaría diciendo que es mejor no comprarse el dichoso móvil.
No obstante, hay que reconocer que algunas de estas claúsulas son de sentido común, como la número 3, pero claro se dirigen a un niño de 13 años. Aunque hay otras que, incluso con mi edad, mi madre me las exige, como por ejemplo la número 6, si lo rompes lo pagas, o la 18, que suele ser su amenaza más común; pero, por otra parte, nunca se le ocurriría dejarme salir sin móvil (como comenta Janell en el punto 14). Eso de no poder comunicarse conmigo cuando estoy fuera no lo lleva muy bien.
Y otras, como la 7, 8 y 9 (mentir, engañar o insultar) que todo el mundo debería respetar, así se evitarían importantes problemas como el bullying, pero por desgracia poca gente las lleva a cabo y los insultos suelen ser frecuentes en conversaciones que no tendrían lugar cara a cara.
También cabe destacar la número 12, nada de fotos comprometidas personales o ajenas tengas la edad que tengas. Internet te supera, puede arruinar tu reputación; y si no que se lo cuenten a Scarlett Johansson o a otros famosos.
En cuanto a las reglas 13, 15, 16 y 17, yo las consideraría, más bien, como consejos, aunque no dejan de ser importantes; vive tu vida, no dependas tanto del móvil, no tienes que inmortalizarlo todo, aprovecha y escucha lo que te apetezca, contamos con la suerte de tener infinidad de páginas, aplicaciones o juegos a nuestro alcance.
La tecnología, al igual que todo, tiene "sus pros y sus contras"; si las usamos debidamente nos abren las puertas a múltiples utilidades, es una herramienta maravillosa con la que podemos comunicarnos con gente que se encuentra a miles de kilómetros sin necesidad de coste alguno, comprar online sin tener que desplazarnos u obtener cualquier información que deseemos con un solo click, etc.
Lo malo de esto, es que existen personas que la utilizan para perjudicar a los demás (hackers, pederastas, ...); que aunque son pocos, hacen mucho daño.
Quedémonos con que la vida y la tecnología, como dice Janell, pueden coexistir perfectamente.
Jesús Torres Cano.
El texto que se nos presenta para comentar se trata de un editorial, un texto periodístico de opinión, publicado en el ABC el 10 de Enero de 2014 por M.J.Pérez-Barco.
Este editorial se dirige especialmente a los adolescentes y padres de estos, quienes son los más involucrados en el tema tratado por el texto. La autora expone el tema de forma subjetiva con un lenguaje formal aunque adaptado a todo tipo de lectores, realizando una exposición argumentativa a cerca del uso de las nuevas tecnologías, concretamente de los teléfonos móviles, por los adolescentes.
A lo largo del texto, Janell Burley, una madre americana que pretende educar a las familias en el uso de las nuevas tecnologías, va desarrollando los diferentes puntos que hizo firmar a su hijo en el contrato con el objetivo de enseñarle a hacer un uso responsable del iPhone.
El contrato constaba de 18 reglas, las cuales según la madre serían beneficiosas para su hijo, como por ejemplo la 4 con la que considero que la madre pretende evitar que su hijo sufra de la dependencia del móvil de la que la mayoría de los adolescentes sufre en estos tiempos en los que mucha gente desarrolla su vida únicamente a través de las nuevas tecnologías. Otra de las reglas que veo muy importante es la 12 con la que la madre también quiere evitar uno de los riesgos que están más a la orden del día. Y, sobre todo, veo muy importante última reglas con la que el niño aprenderá a equivocarse ya que todo lo que haga, en la vida en general, va a tener una consecuencia.
Pero en mi opinión, no todas son del todo acertadas, como por ejemplo la 2 en la que pienso que la madre debería respetar la intimidad de su hijo y demostrarle así confianza en él. Otra de las que en mi opinión no es acertada en la 5, ya que dejarle llevar el móvil a clase sería otra forma de confiar en que su hijo sabría usarlo solo cuando debe.
En conclusión pienso que el contrato es acertado, ya que es una forma original de fomentar el buen uso de la tecnología.
En cuanto a las reglas con las que estoy a favor, creo que la madre toca temas muy importantes hoy en día, como la número 12. Como todos sabemos son relativamente frecuentes las investigaciones policiales sobre pornografía infantil que es una consecuencia directa del no cumplimiento de esta regla, al igual que la circulación de videos o imágenes de jóvenes manteniendo relaciones sexuales, lo cual acaba teniendo consecuencias tan graves como el bulliying hacia las personas que aparecen en estos videos o incluso el suicidio, es por esto que pienso que es una de las reglas mas importantes de todas y que es muy importante inculcarle a los niños la importancia de ello y hacerle ver donde pueden acabar cualquier imagen que entre en internet ya que es un medio de difusión muy rápido.
Para acabar Jane nos propone realizar este método y comprobar su buen resultado aunque sea costoso.
PAULA GARCÍA VÁZQUEZ
El texto que nos encontramos pertenece al género periodístico publicado en el ABC por M.J.Pérez-Barco el 10/01/2014.
En primer lugar el autor hace una introducción sobre el tema a tratar en el texto, en el que habla de que un niño de 13 años le pidió a su madre que le regalará un Iphone y antes esto la madre decide exponer una serie de reglas que su hijo, Gregory deberá de cumplir.
Este texto se dirige sobre todo a los adolescente, pero también va dirigido a esos padres que no sabrían como introducir y educar a sus hijos en las nuevas tecnologías.
A simple vista esas reglas se podrían interpretar como una forma de tener controlado en todo momento a su hijo y de asegurar que el hiciera un uso correcto del dispositivo.
Dentro de las reglas que la madre expone hay algunas que, desde mi punto de vista, son excesivas, como es el ejemplo de la número dos “ yo siempre sabré la contraseña” ya que me parece que viola la intimidad de su hijo al querer controlar todo lo que haga con el móvil. Sin embargo, hay otras muchos puntos en los que estoy de acuerdo con la madre.
“No uses el móvil para mentir” este es uno de los puntos que la madre expone, el cual me parece muy importante ya que a través de una pantalla es muy fácil decirle a alguien algo que no serias capaz de decir en persona o simplemente herir a otra persona bajo la máscara anónima que muchas redes sociales ( como por ejemplo Ask) ofrece a todos los usuarios.
Hoy en día todos somos esclavos de las nuevas tecnologías, esto les ocurre especialmente a los jóvenes. Muchos de nosotros nos vemos incapaces de alejarnos de las tecnologías aun estando con nuestros amigos. Incluso cuando nos encontramos sentados en la mesa de un bar y tenemos a nuestros amigos cerca, siempre sucumbimos al uso del móvil y terminamos alejándonos del mundo que nos rodea. Es cierto que gracias a los avances tecnológicos tenemos todo el conocimiento en la palma de nuestra mano, y que solo con un “clic” podemos acceder a todo lo que queramos, música, películas, libros, todo.
Después de un año, la madre afirmó que le tuvo que quitar el móvil a su hijo y empezar de nuevo, pero que juntos habían aprendido mucho y su familia se había vuelto más responsable con el uso de las nuevas tecnologías.
Jing Ying Chen
El texto presentado es de género periodístico y fue publicado en el ABC por M.J Pérez-Barco.
Este texto aparentemente tiene un aspecto contínuo, pero podemos diferenciarlo en tres partes, una primera en la que se nos da una pequeña introducción y se nos presenta a Janell Burley, una segunda en la que nos dicta las normas propuesta por ella para su hijo mayor sobre tener un iphoned y una final en la que nos explica el resultado que ha dado esas series de normas.
El tema en este texto es la importacia de tener precación y los peligros del teléfono móbil.
Podemos observar en el texto que el hijo mayor quería tener un iphoned, Janell conociendo los peligros y consecuencias que un teléfono móbil puede traer, le pone una series de normas que deberá cumplir,como no enviar fotos comprometidas, no hacer comentarios ofensivas, hacerse responsable del teléfono si le sucede algo, entre otras. Tras un año, Janell publicado un artículo sobre los resultados que había dado las normas que le había impuesto a su hijo. Confiesa que al principìo fue difícil que los cumpliera todo y por supuesto que cometió errores, pero finalmente dio resultados.
Personalmente,pienso que los medios de comunicaciones como el teléfono móbil o elementos similares no nos causa perjuicio si los usamos adecuadamente como dice la autora,siguiendo una serie de normas aunque si es verdad, que como advierte ella, las redes sociales pueden ser muy traicioneras ya que si subimos algo en internet, aunque los eleminemos posteriormente, esto queda sellado eternamente. La cuestión es que las normas como bien expresa la autora, no es sólo sirve para tener precaución con las redes sociales, sino que también debemos poner una series de normas en nuestro día a día para mejorar nuestras condiciones de vida e incluso para ser mejor como personas que conviven en sociedad.
Finalmente hacer una relación de este texto con el texto periodístico titulado EL bosque, publicado por el país, en la cual nos narra los peligros de internet referiéndose a este como un bosque lleno de peligros.
Publicar un comentario