viernes, 6 de noviembre de 2015

La fiebre

Hace unos días, en Barcelona, escuché el bello discurso de Muñoz Molina agradeciendo el premio del Liber: enumeró lo que amaba de Cataluña y renegó de los nacionalismos. Yo también recuerdo los años que trabajé en revistas catalanas; la época en que Barcelona era un prodigio, una isla de modernidad dentro de la casposa sociedad española de los setenta. Siempre he admirado a los catalanes. Siempre los he querido. Empezando por la escritora Montserrat Roig, que falleció tan joven, y que ocupa un lugar en mi corazón. 
Después de tanta vida juntos, de tantas emociones compartidas, es natural que a
muchos españoles nos apene separarnos de Cataluña. Y a mí, que entiendo bien el catalán y que tanto he aprendido en mi juventud de esa sociedad tan vanguardista, también me apena que ahora se entregue al nacionalismo. Porque sigo creyendo que los nacionalismos son un atraso; todos ellos, diré una vez más tediosamente (ya se sabe que para poder criticar el catalanismo hay que repetir que también detestas el españolismo), me parecen un impulso retrógrado, un regreso a la horda, a la demonización del otro para crear una identidad
protectora de tribu. Y lo peor es que todos llevamos este anhelo primitivo a flor de piel y podemos potenciarnos unos a otros la parte nacionalista más feroz. Ya lo estamos haciendo.
No veo una solución fácil a esta fiebre fatal, a esta siembra de odio. Me preocupa la cerrazón del PP, no ya ante el órdago del 9-N, sino de antes, de siempre, porque habrá que ofrecer una verdadera salida; pero, sobre todo, no puedo evitar pensar que esta crispación ha sido fomentada por los políticos catalanes por intereses propios. Porque hace muy pocos años Cataluña no sentía esto, aunque ahora intenten inventarse otra cosa. Que cada cual aguante su responsabilidad frente a la historia.

Rosa Montero. El país. 7-10-2014

3 comentarios:

Unknown dijo...

Rosa Montero redactó este texto periodístico de opinión el día 7 de Octubre de 2014 en El País, en él podemos apreciar que el tema principal es el independentismo de Cataluña, ya que se trata de un tema relevante. Este texto podemos clasificarlo como deductivo, ya que se divide en dos párrafos, en el primero podemos observar como la autora manifiesta sus sentimientos y seguidamente en el segundo explica un poco la actualidad que se vive entre los pensamientos de una parte de España en concreto (Cataluña) y los de la otra (resto de España).
El nivel sociolingüístico en el que esta redactado el texto es culto y formal, puesto que se ha publicado en un periódico de tirada nacional. Esta ambientada para unos lectores a los que le interese el tema de la política o simplemente para quien le interese el estado sobre España.
La persona a la que la política le interese bien poco, puedo opinar poco, por no decir nada de este tema. Sin embargo es un tema bastante llamativo, puesto que se puede escuchar en las conversaciones de la gente cuando vas paseando por la calle. Es un tema bastante delicado o no, dependiendo el lado en el que te puedas situar, es decir, habrá españoles a los que les parezca bien la separación de España, aunque desde mi punto de vista, España la forman 17 comunidades autónomas, no 16. De otro modo, los catalanes pensaran lo mismo, aunque según lo visto en las noticias, habrá un porcentaje mayor que sea independentista y que prefiera la separación de España. Este es un tema que me resulta demasiado llamativo y de interés, aunque la política no me llama la atención, por lo tanto no podría opinar sobre los motivos que llevan a los catalanes o para especificar un poco más, a los políticos de esta comunidad autónoma a realizar esa separación. Lo que si puedo opinar es que parte de Cataluña se ha vuelto independentista y nacionalista desde hace poco, porque como bien cita la autora de este texto, ella era de fuera de Cataluña y se siente muy identificada con esta comunidad y con personas que si son catalanas de nacimiento. El sentimiento al que se refiere Rosa sobre nacionalismo, es que los políticos son los que han influido en la mayoría de catalanes y han puesto o fomentado un pensamiento que en ningún momento se hubiese visto venir, ya que estos actúan en función de sus intereses, y no en función del interés de la comunidad que es para lo que están en sus puestos de trabajo. A día de hoy, Cataluña todavía no ha recibido la independencia, y este tema irá para largo ya que es un tema delicado y una acción demasiado importante como para que se tome a la ligera. Todo se trata de un tema político y de interés económico.

Marta Ramírez dijo...

El texto propuesto para su comentario es un texto periodístico de opinión; una columna escrita por Rosa Montero para el diario El país el 7 de octubre de 2014. Aquí, el método discursivo dominante es el argumentativo, pues la autora manifiesta su opinión acerca de uno de los temas más candentes en la sociedad española desde hace unos años.

Hace uso de un registro formal, así como un nivel sociolingüístico culto, pero adaptado a todo tipo de lectores. El punto de vista de la periodista es absolutamente subjetivo y, a lo largo de todo el texto, pretende dejarnos clara su posición respecto al nacionalismo catalán.

El nacionalismo empezó a surgir en las revoluciones de finales del s. XVIII y, según la RAE, puede definirse así: “1. m. Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia. 2. m. Ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado”. Si nos paramos a pensar, la segunda definición es, realmente, la consecuencia de la primera: un pueblo está tan seguro de a dónde pertenece y cómo se ha creado, que desea borrar los lazos con todo aquel trozo de tierra que le impida reafirmarse en ello.

En referencia al nacionalismo, Jorge Luis Borges señaló: “En este sentido, es el canalla principal de todos los males. Divide a la gente, destruye el lado bueno de la naturaleza humana, conduce a la desigualdad en la distribución de las riquezas”. Podríamos vincular esta cita con el fragmento del texto en el que la autora muestra su rechazo hacia el movimiento y lo califica de “retrógrado”, opinión que no puedo evitar compartir.

Haciendo un pequeño ejercicio de memoria histórica, podemos darnos cuenta de que la mayoría de los intentos nacionalistas posteriores a las Revoluciones Liberales, salieron un poco rana: la reivindicación del pueblo alemán por parte de Hitler nos condenó a una nueva Guerra Mundial y al Holocausto; el golpe de Estado de 1936 por parte del bando sublevado, a la etapa más cruel y oscura de nuestra historia contemporánea.

El nacionalismo actual se mueve dentro de unos límites más democráticos y modernos, mediante partidos, campañas y referéndums -no siempre legales-. Pero incluso dentro de la cara renovada del movimiento, podemos encontrar formas que, poco a poco, vuelven a los cauces más violentos. Bajo el lema de “make America great again”, Donald Trump, candidato presidencial del partido republicano, intenta justificar una política llena de xenofobia, entre cuyos ideales podemos encontrar el cierre de las fronteras americanas a personas musulmanas, idea que expuso poco después de los atentados del 13 de noviembre en París. Por suerte, la independencia catalana aun no ha dado muestras de semejantes proyectos dignos de una mentalidad de la Edad Media.

Por otro lado, tampoco debemos pasar por alto el doble rasero del nacionalismo. Cuando alguien reafirma el sentimiento español o catalán, puede gustarnos más o menos, pero siempre se considerará una posición digna. En cambio, un nacionalista andaluz no será más que el hazmerreír de los presentes, a pesar de las no pocas razones que le lleven a considerárselo.

El orgullo por la patria debe practicarse del mismo modo que se bebe alcohol: con moderación. Quizás, una de las ideas que Roberto Augusto sostiene, sea la que mejor nos resuma el asunto: “la división nacional es una de las principales causas de sufrimiento en el mundo y que hay que superar ese egoísmo colectivo llamado nacionalismo”.

Inma Baena Moreno dijo...

Organización de ideas.
1. Estructura externa.
El texto está formado por tres párrafos, con un total de 25 líneas.
2. Estructura interna.
El texto se divide en tres partes.
La primera parte va desde el inicio del texto hasta la línea 3 (de los nacionalismos), donde nos dice que en Barcelona hubo un discurso agradeciendo el premio del Liber.
La segunda parte va desde la línea 3(yo también) hasta la línea 17 (nacionalista más feroz), donde recuerda los años que trabajó en revistas Cataluña y lo que siempre ha admirado a los catalanes, luego habla de la escritora Montserrat que murió y era muy importante para él. También habla de que sigue creyendo que los nacionalistas están atrasados, y de su opinión al respecto.
La tercera parte va desde la línea 18 (Ya lo estamos haciendo) hasta el final del texto, que habla sobre la solución a el retroceso del nacionalismo.